Cuando Santiago Luján sale de la cárcel, viejo y acabado, sólo tiene una obsesión: vengarse del general Dávila quien le utilizó como chivo expiatorio para protegerse de las estafas que él mismo había urdido y del teniente Iruña ridículo espantajo que buscaba en los cuarteles el escenario propicio para colmar su obscena lascivia . Y sobre el fondo de la venganza se vislumbra la figura de Chelo, ahora loca y desvaída entre los muros de un geriátrico.
Con un hábil juego de vasos comunicantes que enlazan el presente con el ayer, y narrado a través de las voces de sus personajes, el texto va revelando una trágica historia de amor y el mundo sórdido de los militares esclavos de sus propias perversiones. A caballo entre la novela social y el relato policíaco, el autor recrea admirablemente la historia de esas pasiones mediante un lenguaje descarnado y un humor corrosivo, evocando los oscuros años de nuestro pasado más reciente.