La
vida no es un ensayo, aunque tratemos muchas cosas, no es un cuento,
aunque inventemos muchas cosas, no es un poema, aunque soñemos muchas
cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento
perpetuo, eso es, un movimiento perpetuo.
Nacido
accidentalmente en Tegucigalpa, la vida de Augusto Monterroso
transcurrió entre dos países: Guatemala, donde vivió hasta su exilio, y
México, en el que residió hasta su muerte.
Monterroso, que
comenzó siendo un autor de culto entre minorías letradas, hoy podría
jactarse de haber sido traducido a los más diversos idiomas así como de
haber obtenido los más importantes galardones literarios. Si hay un
adjetivo que se repita al hablar de este autor es el de clásico de
nuestras letras. Más allá de esta constatación, su obra ha recibido tan
diversos (y a veces contradictorios) calificativos como los de ser
fantástica, alegórica, barroca, expresionista, experimental, absurda,
social, instrospectiva, psicológica, realista y, en especial,
humorística, irónica y satírica. Los temas abordados por Monterroso
abarcan todos los planos de la existencia.