Cuando Carlos V recibe su herencia imperial, decide asumir el legado de Carlomagno. Para lograrlo se va hacer coronar primero en Aquisgrán en 1520 y con posterioridad en 1530 en Bolonia. En estas ciudades se organizaron suntuosas entradas triunfales, en las que Carlos V aparecía relacionado con emperadores de la Antigüedad Romana y de la Edad Media, estando dotado del valor del caballero cristiano. La guerra contra el turco le va a llevar a obtener en 1535 la conquista de Túnez, realizando con posterioridad un recorrido por las principales ciudades de la isla de Sicilia y de la península italiana. Las autoridades le van a tributar grandes recibimientos, conformándose una iconografía, que va a definir la imagen de Carlos V como heredero de las virtudes de los grandes generales y gobernantes que le habían precedido, y a los que supera por ser el gran defensor de la Cristiandad. La presente obra tiene un carácter interdisciplinar, por lo que puede interesar tanto al historiador especializado en la figura de Carlos V o en el tema de la fiesta y el arte efímero, como a un amplio público atraído por la cultura y la historia europea del Renacimiento.