Tony de Mello bebió en las más ricas fuentes espirituales de la Iglesia, adoptó los postulados de la psicología humanista y, por su postura verdaderamente católica (en el sentido de «universal»), se atrevió a buscar y reconocer las huellas del Espíritu en tradiciones no cristianas para enriquecer su experiencia de fe y tender puentes de diálogo hacia los no cristianos y hacia todos cuantos buscan la Verdad, el Bien y la Belleza, incluso confesándose no creyentes. Este libro presenta algunas líneas básicas de la pedagogía espiritual del jesuita indio, tendente a lograr la transparencia de la libertad divina: la comunión con Dios, con los demás y con la creación.