Los personajes de Enzarzados con la vida se pasean por el mundo convencidos de tener bajo su control sus vidas, haciendo uso de las técnicas más refinadas de persuasión, libres de remordimiento alguno, y sin hacer excepciones en ningún origen social. En la vida de estos personajes hay acciones imprevistas. Viajes que nunca tendrían que haberse realizado porque eran de otra persona. Convertir a otros en sustitutos de una madre o de un padre. La huida hacia países que tienen la misma constitución patológica que sus líderes políticos. Cuando comprenden que la primavera es ilusoria, porque la belleza que con la luz y el calor renace solo intenta ocultar la muerte que se esconde en la flor más hermosa. Y que renacerá en cada primavera. Quizá sea esa la esencia de estos relatos: que sus personajes juegan sobre borras de algodón, y otras veces meten los pies hasta el fondo del pantano. Se hacen preguntas, aunque la mayoría de las veces no encuentran respuestas. Es cuando rompen el hilo religioso para convertirse en omnipotentes. Lo más difícil de entender, y que a la vez más les preocupa, es cómo vivir sus dobles vidas. Porque todo cambia de un momento a otro, pasan del abatimiento a la euforia y de la pena a la felicidad. La vida es eso, una incógnita permanente. Al final, frente al dolor queda el recuerdo de lo vivido y lo mucho aprendido. Caminante, buen viaje…