Flamenquerías" (1937), escrita para 'El Presi', para quien el teatro sería la escuela de su dominio escénico, está pensada para un cantante y actor que colaboraba en el fin de fiesta, el núcleo fundamental de un tipo de espectáculos demandados, pero algo debió de salir mal, ya que su dramaturgo no consiguió interesar a la compañía Osete-Espinosa. La obra es descaradamente teatral, con una comicidad bien subrayada, un pasatiempo intrascendente, escrita por un buen conocedor de la 'vis cómica'. Tiene mucho de astracán, de antiflamenquismo, en el sentido del higienismo, con canciones flamencas. Su lenguaje abunda en juegos o repeticiones, y aparece un niño con un defecto de pronunciación. En ella despliega muchos de sus trucos como comediógrafo. Con una ligera trama, es un texto fácil, con muchos apartes, paréntesis, dobles sentidos inocentes, con salidas y entradas, que son un guiño a un público omnisciente. Con una severa unidad de tiempo y de lugar, las acotaciones se convierten en un diálogo con el actor.