Leído el título del libro y relacionado con las dedicatorias, a nadie ha de ser ajeno que el texto, en su netidad, consiste en una divagación escribana hacia tópicos cubanos. Sí, remedando a Proust e intentando poner en práctica su concepción de tiempo y espacio, recuerdo y existencia, a guisa propia, he deseado rescatar la esencia de mis orígenes. Admito: no ha sido fácil, he tenido que hurgar en el pasado de mi abuela -la más fabuladora y expresiva-, en las imágenes cortadas de detalles aquí y acullá escapados de la boca de mi madre, en las epístolas lacrimosas enviadas por un tío o un primo, en los retratos amarillos y semiborrados de parientes jamás vistos y en la literatura y la historia que jamás dejan de ser veneros inagotables para hacer más profunda cualquier reminiscencia.