El último ismo es el consumismo, y como buena ideología necesita sus propios sermones. Cada dogma, a su vez requiere sofisticadas estrategias demagógicas. La primera es esbozar un proyecto de individuo, tan sometido que produzca enormes cantidades de dinero para otros, y tan libre como para tomar la decisión de consumir con una retribución irrisoria. Por otro lado, los presuntos individuos deberán perfeccionar sus habilidades y adquirir competencias con las que suponen su propia realización, dejando en su carrera rastros de marginación y frustración, un holocausto de la razón a la racionalidad económica.