Lo sé. Sé que me vais a decir que los hombres también deberían venir con libro de instrucciones, pero esta es una necesidad que yo dispenso perfectamente. A los hombres los entiendo yo bien. Sé cómo funcionan. Admito que las mujeres no puedan todas decir lo mismo, pero, aun así, creo que ellas saben más de nosotros que aquello que nosotros pensamos saber respecto a ellas. Pero lo admito, vale, admito que también los hombres pudieran venir con libro de instrucciones. Además, el mundo entero debería ser servido con un manual detallado, con bibliografía incluida -con dosis recomendada e intervalos entre las tomas- que a todos preparara, de nacimiento, para los infinitos desaires que la vida nos reserva y que nos enseñara a consumirla con moderación y a no dejarla al alcance de los niños.