En los siglos XXIII y XXIV, la Tierra hirvió. Aquellos que pudieron partieron en las Arcas para tratar de ganarse la vida en la Luna, un Marte hostil que aún no se comprende completamente, y para buscar asteroides más grandes como refugio. Nueve millones de almas afortunadas, si se les puede llamar afortunadas. Los que quedaron atrás murieron en la guerra, el hambre y la sequía.

Los científicos, con previsión, trasladaron el Banco de Semillas y Animales en Svalbard a un lugar seguro mientras se descongelaba el permafrost, y luego lo lanzaron a los confines del Sistema Solar, donde estaría a salvo en casi el cero absoluto.

Pasó el tiempo, 8000 años. Los humanos progresaron a partir de la pura supervivencia en el frío del espacio, los duros planetas y lunas, y se formó una nueva civilización después del horror de la Crisis y la subsiguiente Evacuación.

Ahora, 120 millones de ojos fuertes estaban mirando hacia atrás a una Tierra enfriada, una Tierra que podría estar reviviendo, o capaz de ser revivida. La búsqueda del Svalbard Bank expulsado de la Tierra en la mítica Sonda 19 fue un secreto muy bien guardado.

¿Se podría encontrar? ¿Realmente existió? Y si se encuentra, ¿puede llevarnos a casa?